OBSERVAR AVES. Algunas consideraciones.


Hay diferentes maneras de observar aves dependiendo del hábitat en el que nos encontremos, así que pondré como ejemplo el campo.
La observación en el campo es una mezcla de pasear o caminar como cuando uno practica el excursionismo en la montaña, a un ritmo normalmente lento, y estar atentos al movimiento de las aves para detectarlas cuando están posadas en las ramas de los árboles, en el suelo o bien en vuelo y escuchar sus cantos. Los dos sentidos imprescindibles para el observador de aves son la vista y el oído y las dos herramientas indispensables serán los prismáticos y la guía de aves. También nos será muy útil llevar un cuaderno de aves o de campo, es decir, una pequeña libreta para ir anotando los nombres de las aves que vayamos viendo, su situación concreta, algunas características importantes e incluso para dibujarlas según nuestra percepción o dibujar los paisajes o entornos singulares que veamos. Todo esto nos será de utilidad para nuestro aprendizaje y para recordar nuestros avistamientos a lo largo del tiempo.

 Jilguero europeo posado en una planta

Escribano soteño macho cantando desde posadero

 Busardo ratonero en vuelo 
 
Consultando la guía para identificar un ave sobre el terreno

A continuación enumero algunos de los hábitats que podemos visitar con más facilidad para una primera toma de contacto: el hábitat urbano que serán los parques y jardines de la ciudad, el campo, el bosque y los humedales como las lagunas.

 Flamencos y anátidas varias en els Aiguamolls de l'Empordà

Normalmente se suele decir que lo mejor es empezar por lo que uno tiene más cerca. Lo más cercano para la mayoría de nosotros suele ser el campo. En las grandes ciudades lo más próximo serán los parques y jardines, donde empezaremos a familiarizarnos con las primeras aves y pajaritos pero por poco que podamos sería muy recomendable comenzar cuanto antes a salir al campo, donde las vamos a ver en su medio natural y además pudiendo disfrutar de la tranquilidad que éste nos proporciona. Un paseo por el campo donde nos encontremos alguna masía, con caminos con árboles dispersos, arbustos y zarzas, con campos arados o con hierba, incluso baldíos, algún torrente donde siempre habrá más humedad y mejor aún con algo de agua o un pequeño bosque, con todos estos ingredientes o algunos de ellos ya podremos disfrutar de una gran variedad de aves.

 Campo herboso con vegetación diversa
Bosque mixto abierto

Torrente con diversidad arbustiva
 
Como suele ocurrir en la mayoría de aficiones, al empezar siempre será mejor salir con personas mínimamente experimentadas que nos ayudarán a identificar a las aves y nos explicarán las características básicas para conseguir este cometido. Aún así, las primeras salidas suelen ser poco fructíferas ya que no podemos memorizar tantos nombres, tantos colores ni tantas características diferentes de cada especie, de ahí la importancia del cuaderno de aves. A partir de aquí llegará el momento de probar de salir por nuestra cuenta para poner en práctica los conocimientos adquiridos. En estas salidas nos pasará en ocasiones que no seremos capaces de identificar a un pajarito porque no se deje observar lo suficiente, cosa bastante común, o bien no distingamos las aves en vuelo. También hay que añadir una dificultad más en el caso de los pajaritos que es el hecho de que hay muchas especies diferentes, por lo que al principio el grado de confusión puede que sea importante. Y ya para acabar de rizar el rizo resulta que en muchas especies de aves el macho y la hembra son diferentes. Dicho todo esto, está claro que en las primeras salidas nos tendremos que armar de mucha paciencia y deberemos mentalizarnos de ir conociendo a las diferentes especies poco a poco, para lo cual será indispensable coger el hábito de salir con regularidad y así ir acumulando experiencia.

 Zarzas y almeces que frecuentan respectivamente currucas y zorzales.

A diferencia de otras aficiones, es recomendable empezar la observación en las primeras horas del día por el siguiente motivo: las aves en general y los pajaritos en particular empiezan a estar activos al amanecer, con lo cual la posibilidad de ver más cantidad de especies será mucho mayor que si empezamos unas horas más tarde o a media mañana. Además también se da la circunstancia de que hacia el mediodía se produce una calma generalizada que se correspondería con nuestra siesta, en que las aves hacen una pausa y están menos activas; por supuesto no es algo taxativo ni matemático pero es una realidad constatada por los que estamos más experimentados. Esto será una razón de más para empezar la observación a primera hora.

Y para acabar con este primer capítulo hay que tener en cuenta que un día nublado no nos deparará tantas observaciones en comparación con un día soleado ya que el buen tiempo a las aves parece ser que les produce el mismo efecto reconfortante y de alegría que a nosotros, en nuestro caso con las ganas de salir al campo porque, curiosidades de la vida, ellas nos esperan allí.