Del comportamiento e idiosincrasia de las aves

Avetorillo común joven " de paseo pensando en sus cosas "

Para ilustrar con detalle el propósito de este artículo incluiré fotografías poniendo en boca de las aves algunos comentarios de lo que podrían estar pensando según sus poses, gestos y miradas aunque quién sabe cuáles serán sus pensamientos en esos momentos.

También aprovecharé la ocasión para compartir esas fotos que de otra manera se quedarían almacenadas en mis archivos ya que a la hora de compartirlas en redes sociales, algunos somos un poco más selectivos ya sea desde el punto de vista de la calidad fotográfica como de la estética.

Yendo al tema, si lo pensamos fríamente y salvando las distancias, no hay mucha diferencia entre el plan de supervivencia de las aves y el de los humanos.

Entre la vida sencilla de las aves y la manera de complicarnos la vida que tenemos los humanos, en ellas su plan diario consiste en alimentarse a partir del amanecer con sus respectivos descansos entre bocado y bocado, practicar una pausa al mediodía que se correspondería con nuestra siesta mediterránea, reanudar la tarea alimenticia y para acabar ir preparándose para dormir después de un día ajetreado.

Morito común joven alimentándose

Caso aparte será el de las aves rapaces nocturnas que son los búhos, lechuzas, mochuelos, etc. Aunque a algunas de estas aves se las puede ver también durante el día, sus hábitos son nocturnos; de hecho sus grandes ojos están plenamente adaptados para ver en la oscuridad de la noche ayudados por su agudo oído, de la misma manera que la conformación de su plumaje les permite volar y acercarse a sus presas con un ruido imperceptible.

Mochuelo europeo que podría pensar " ¡ y este qué mira ! "

Esta será la dinámica en las épocas no reproductivas. Con la llegada de la primavera que coincide con el momento del apareamiento en la gran mayoría de las aves ( a excepción de las grandes aves rapaces como el Buitre leonado, el Buitre negro, el Águila real, el Águila imperial o el Quebrantahuesos, aves cuyo ciclo reproductor comienza ya en otoño con la puesta en invierno o entrada la primavera y con una larga incubación y crecimiento de los pollos hasta finales del verano en términos generales ), su rutina cambia de tal manera que los machos se dedicarán a marcar su territorio y a atraer a las hembras para encontrar pareja, a continuación tocará aparearse y preparar el nido con mayor o menor sofisticación dependiendo de la especie, poner los huevos y empollarlos hasta que eclosionen y para finalizar la ingente faena de alimentar a los pollos para que crezcan lo antes posible y así dejar el nido y poder alimentarse por sí solos una vez que hayan aprendido de la mano de sus progenitores.

Alimoche común: " esto me va a ir que ni pintao para el nido "

Picamaderos negro: " ¿ Qué os parece mi obra ? "

Si miramos más detenidamente su comportamiento, por su condición de animales asilvestrados y no regirse por ninguna norma excepto las que les dicta la madre naturaleza, entre ellas compiten por la comida, en la búsqueda de pareja, a la hora de elegir el mejor lugar para situar su nido y protegen con ahínco a su nidada.

Pico menor macho " asomado a la ventana "

Sin embargo en muchas ocasiones nos sorprenderán por su comportamiento menos habitual de ser más confiadas de la cuenta, de mirarnos con una mezcla de curiosidad y sorpresa o de parecer que nos ignoran por completo.

Colirrojo tizón macho posando tan tranquilo

Y si profundizamos un poco más encontraremos en ellas las características humanas de la timidez ( salir volando o esconderse rápidamente ), la desconfianza ( ir alejándose poco a poco o volar si sobrepasamos su distancia de seguridad ), la curiosidad ( mirarnos fijamente o de lado para tantearnos ) y hasta el enfado ( acercarnos demasiado con insistencia y más aún cuando sus polluelos se están alimentando ).

Cormorán grande: " me voy de aquí que de este no me fío "

Ruiseñor pechiazul: " ¡ Qué passa contigo tío ! "

Garcilla bueyera: " ¡ No, si no me va a dejar tranquila ! "

Finalmente estos comportamientos sobrepasarán todos los límites cuando estén dedicadas plenamente a marcar su territorio y a atraer a las hembras a través del canto en las aves cantoras. En el caso de los pajaritos en ocasiones y siempre situados en lugar inaccesible como puede ser permaneciendo en las ramas más altas de los árboles, no interrumpirán su labor por mucho que los observemos de cerca o nos dediquemos a fotografiarlos. Hasta se dará el caso en que los dejaremos tranquilos en vista de que ni salen volando ni cejan en sus quehaceres, cosa muy recomendable ya que a menudo los humanos abusamos más de la cuenta en esas circunstancias.

Escribano soteño macho a su rollo cantando sin parar

En las anátidas también nos sorprenderán con sus rituales de cortejo como ajenas completamente a nuestra presencia. Como ejemplo destacado encontramos al Somormujo lavanco en que situados el macho frente a la hembra nos ofrecen movimientos de cabeza singulares y muy bien sincronizados.

Pareja de Somormujo lavanco en pleno ritual de cortejo

Otro ejemplo podrían ser los flamencos que caminan por el agua haciendo un baile con pasos acompasados a la perfección como parte de su ritual.

Flamencos en su baile acompasado

Algo también muy usual es ver a los machos de Martín pescador o de Charrancito común, por poner dos ejemplos, ofrecer a las hembras un pescadito como prueba de fidelidad.

Martín pescador con pescadito en el pico

Siguiendo con otros comportamientos y costumbres, si visitamos las lagunas que frecuentan sobre todo las anátidas y las garzas, veremos que las primeras se dedican a sestear a menudo durante el día girando la cabeza y colocándola sobre su cuerpo. En otras ocasiones lo harán para protegerse del frío; eso sí, sin estar dormidas del todo ya que de vez en cuando se las ve abrir algo los ojos, lo que indica que están alerta.

Diferentes anátidas sesteando

También en las lagunas, cuando están concentradas en grupo, si aparece algún ave rapaz que pueda representar una amenaza para ellas, enseguida emiten voces de alerta para volar si es necesario.

Continuando en los humedales, a veces podemos observar a las grandes gaviotas patiamarillas acechando a los charranes, limícolas y aves similares en la época crítica en que sus crías salen del huevo y están totalmente indefensas, aprovechando cualquier descuido de los padres para predar a sus polluelos. Eso sí, a pesar de la diferencia de tamaño algunas de ellas no tendrán miramientos a la hora de defender a su prole.

Charrancito común atacando a una Gaviota patiamarilla

En el momento de alimentarse, el acecho es algo muy común en las aves carnívoras como pueden ser las rapaces o las garzas. Estas últimas utilizarán la táctica de permanecer inmóviles y con la cabeza gacha cerca del agua atentas al movimiento de cualquier pez que atacarán con gran rapidez. Algunas de ellas también suelen remover con las patas el fondo del agua para forzar a salir a sus presas.

Garceta común al acecho

Un comportamiento muy típico de los buitres y otras aves rapaces es aprovechar las corrientes térmicas ascendentes que se producen al calentar el sol la tierra para coger altura sin hacer ningún esfuerzo y así una vez arriba planear con el consiguiente ahorro energético.

Buitre leonado cogiendo altura

La Cigüeñuela común resulta muy agresiva a la hora de proteger a sus crías cuando empiezan a dar sus primeros pasos y mientras se alimentan en las charcas y lagunas, incluso atacando a las anátidas y otras aves que están relativamente cercanas a ellas, y hasta se acercarán a nosotros en la altura resultando muy escandalosas.

Cigüeñuela común armando escándalo

Hay aves que por su canto o voz típica se delatan rápidamente. Es el caso del Cuervo con su voz inconfundible o el Cuco con su archiconocido y musical " cu-cu ". También podríamos citar al Abejaruco o a la Grulla, de voces fácilmente reconocibles.

Abejaruco europeo joven

A otras aves las escucharemos pero nos costará o nos será imposible verlas. Son los casos del Sisón común, al que oiremos y con suerte podremos ver pero, sin embargo, a la Codorniz común la escucharemos claramente y muy cercana pero difícilmente la veremos. Ambas especies frecuentan hábitats de campos de secano.

Sisón común hembra

Hay patos nadadores y patos buceadores. Los nadadores se alimentarán en la superficie y como mucho se cabuzarán introduciendo solo la cabeza en el agua, mientras que los buceadores se introducirán completamente buceando durante mayor o menor tiempo según la especie.

Pareja de Ánade rabudo macho, uno de ellos cabuzándose 

Pajaritos confiados tenemos al Petirrojo europeo, sobre todo los que vienen a invernar a la península de otros países de Europa, o la Tarabilla europea, cuya distancia de seguridad es más corta que en la mayoría de pajaritos.

Petirrojo europeo

Tarabilla europea macho

Existen aves y pajaritos que son más gregarios que otros. En invierno los pinzones vulgares son muy gregarios, juntándose bandadas muy numerosas sobre todo en los campos abiertos. Igual pasa con las grullas o las cercetas comunes en sus respectivos hábitats. Por el contrario, las garzas por lo general serán más de verlas de forma dispersa de la misma manera que las aves rapaces.

Grupo de cercetas comunes machos y hembras


Aunque nos pueda resultar chocante, muchas aves migratorias realizan la migración durante la noche guiándose por las estrellas; otras migran durante el día en formación para así rentabilizar mejor el gran esfuerzo físico que supone el vuelo continuado, lógicamente haciendo turnos para situarse en cabeza que es donde sufrirán más desgaste. 

Bandada de moritos comunes desplazándose

En realidad los ejemplos de comportamientos y costumbres curiosas serán innumerables.

Aunque se podría profundizar mucho más en el tema, como solo pretendo hacer una pincelada de las cosas que podemos observar más fácilmente en nuestras salidas y para poner punto y final, como he comentado ya en artículos anteriores, sin duda la mejor época para disfrutar y aprender sobre las aves es la primavera en todas sus etapas, desde que empieza la migración de las aves estivales que se juntarán con las residentes, continuando con sus diferentes estrategias de apareamiento y acabando con el abandono del nido de las crías y su rápido aleccionamiento para alimentarse y así independizarse totalmente.

Charrán común alimentando a sus polluelos

Poder observar y ser partícipes de todos estos momentos será algo impagable que no podemos desaprovechar cada primavera saliendo al campo, visitando los humedales y a ser posible frecuentando el mayor número de hábitats existentes para que al final el disfrute sea lo más enriquecedor posible.